Calle Charlotte

Y despierto de aquel sueño, despierto sintiéndome mareado y sin aliento sentado junto a una elegante figura femenina, mis sentidos apenas se recuperan de tan mágico paraje, que no reconozco a la dama acostada a mi lado, y vuelven a mi estos extrañamente familiares recuerdos grises, mientras acaricio su sedoso cabello, recuerdo mis manos rosando el borde carcomido de las paredes, una calle tan angosta que al estirar mis brazos tocaba ambos extremos, percibo el aroma de su cuello y recuerdo el florido y lúgubre paisaje lleno de flores marchitas y el olor a raíces secas, descuidadas por sus dueños y de pronto, callo sobre mi el embriagante espectro, lo sentí entrando por mi piel, sentía la fricción en mi piel, que sucedía conmigo?
en efecto, la madre siniestra de mis deseos se aferraba a mi, me tomaba por el cuello y desgarraba mis pulmones con cada respiro,
aun cuando este embriagado de dolor, sentía la inmensa curiosidad de descifrar el código de la silueta de mi compañera, y de una bocanada magistral recordé todo,
había desaparecido mi existencia, me encontraba junto a mi alma, mi alma que siempre me guiaba, la afrodisiaca mujer que me seducía por las noches y ahuyentaba con sus manos pálidas la amarga soledad que quería flagelarme, la dulce agonía que me alegraba por las lúgubres calles de esta ciudad marginada, la dama que en aquel callejón con nombre de mujer me beso en un apasionado ballett de desconcierto, donde no entendía que pasaba y me quedaba sin aliento, al fin había llegado entonces, al fin llegaba mi momento, el momento en que todo brilla, por que amigos míos, La muerte trae algo mas halla de la ausencia, trae la hermosa y seductora melancolía.